El trabajo del diseñador es silencioso e individualista, características obsoletas para un mundo en constante evolución, que demanda el encuentro con otros cuerpos y experiencias para la generación de alternativas a la crisis climática, política, educativa, alimentaria, etc. Aquí se reúnen hechos e impresiones del taller de Co-diseño “¡Colores para EcoDiálogo!”, en el que se rompieron las barreras entre diseñador, usuario y producto.  

El taller se realizó dentro de las instalaciones del Centro de Ecoalfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo) de la Universidad Veracruzana en Xalapa, Veracruz. 

Se inició con un “círculo de la palabra” momento clave para comprender el estado anímico de los asistentes, después se explicó el proyecto de la señalética y la búsqueda de materiales ecológicos para su implementación en EcoDiálogo, así como la técnica del temple, la cual los participantes replicarían más adelante. 

Los asistentes fueron divididos en grupos para tomar un recorrido sensorial, donde debían recordar alguna historia personal relacionada con el agua, fuego, aire o tierra.  

Posterior a ello, redactaron su historia personal y elaboraron su pintura de temple con pigmentos vegetales para darle color, el cuál debía estar relacionado con su historia y el elemento natural de su recorrido. Luego pintaron representaciones visuales de sus historias. 

Para finalizar, cada participante compartió al colectivo su historia, la pintura que realizó y expuso los tonos que creó. A fin de concretar una paleta cromática para la señalética, se llevó a votación la selección del color para la zona aire, agua, tierra y fuego, cerrando el taller con un círculo de la palabra para escuchar sus sentires. 

Reflexionando sobre los resultados, el cuerpo afecta y es afectado por las vivencias personales de los asistentes y estas se relacionan directamente con significados denotados por el contexto, un ejemplo de ello es el color verde, desarrollado por Yalina y su vivencia en el agua.  

Historia de Yalina:  

“Al entrar en contacto con el agua salada, sentí una gran alegría y libertad que hacía tiempo no sentía. Jugué, reí, lloré y con el arrullo y calor del agua me limpié, me purifiqué y dejé ir lo que ya no era útil en mi vida. El agua del mar me bendijo y me liberó, recordándome así el poder sanador tan grande que habita en los elementos de la naturaleza.” 

Su texto evidencia que para ella, la naturaleza tiene un poder de sanación muy poderoso, por lo que lo relaciona con el color verde, el cual según Heller (2004), es el color de la vida, la salud y la naturaleza. 

Tomando en cuenta lo anterior, incluir activamente a otros cuerpos y vivencias en el proceso de diseño de la señalética del Centro EcoDiálogo, generó reacciones emocionales que construyeron una paleta cromática apta para el lugar, desde el autodescubrimiento, la participación y la resignificación de sus historias en otro contexto, en este caso desde el color.