Figuraciones de un futuro compartido. El ejercicio de crear colectivamente a partir de imágenes

Diana María Mahecha Vesga

Este artículo presenta los resultados preliminares de un proyecto de investigación-creación en desarrollo, centrado en la creación colectiva de proyecciones de futuro en la comunidad del pueblo de Chía, en Cundinamarca, Colombia. El proyecto intenta superar las visiones urbanas de futuro que producimos como comunidad, enmarcadas en ciertos lugares comunes, como los problemas de movilidad, infraestructura o la pérdida del espacio público. Si bien el ejercicio de especular sobre el futuro es común en cualquier grupo social, y es central en su sostenimiento como tal, dichas proyecciones están enmarcadas, la mayoría de veces, en imaginarios y lenguajes preexistentes, construidos y promovidos por las instituciones de gobierno, la publicidad y los medios masivos. Adicionalmente, son pocos los espacios donde es posible imaginar colectivamente un futuro. Aunque cada individuo parece tener claro lo que espera de su contexto, la mayoría de veces dichas expectativas no son producto de una verdadera relación comunitaria. En el caso de la comunidad de Chía, como en el de muchas otras, a pesar de que las instituciones de gobierno promueven espacios de diálogo para conocer las necesidades de las comunidades y lo que esperan a futuro, dichas proyecciones no se piensan por fuera de las posibilidades instrumentales de la política pública. Además, dichas proyecciones se basan en la sumatoria de opiniones individuales enunciadas en grupo, y no en la posibilidad de un pensamiento colectivo comunitario. De este modo, muchas de las proyecciones de futuro que las comunidades enuncian, suponen, inconscientemente, visiones ya institucionalizadas, donde no existe un verdadero carácter comunitario, sino una proyección grupal de los deseos del individuo neoliberal. Por esta razón, consideramos esencial generar espacios de diálogo para producir proyecciones comunitarias en la que el “futuro” no esté codificado de antemano por las lógicas institucionales del presente. La pregunta central del proyecto que ha dado origen a esta ponencia es, precisamente, cómo generar proyecciones de futuro que sean producidas comunitariamente (o que produzcan simultáneamente un sentido de comunidad) y que se salgan de los códigos del pensamiento proyectivo ya establecido. Para responder esta pregunta, proponemos usar la creación de imágenes como práctica central. Junto a la comunidad de la Casa de la Cultura de la ciudad de Chía, en el centro de Colombia, se realizaron dos talleres de creación centrados en la intervención colectiva de fotografías de archivo personal. El hacer colectivo centrado en la intervención de la imagen nos permitió producir narraciones de futuro que escapaban de discursos preestablecidos. Por tratarse de un medio “extraño” para la comunidad, la intervención de imágenes permitió generar ficciones de futuro que, si bien no pueden entenderse como proyectos sociales viables, sí revelan una comprensión de la comunidad en el presente, y un modo de nombrarse y narrarse a sí mismos mediante la figuración de un futuro compartido. El ejercicio de crear colectivamente a partir de imágenes de la ciudad generó un espacio para imaginar más allá del carácter instrumental que comúnmente se le exige a las enunciaciones de futuro. Esta ponencia se centra, de este modo, en subrayar la potencia política de ese ejercicio de fabulación colectiva. 

Vivo hace 11 años en el municipio de Chía, ubicado a 28 km al norte de Bogotá, capital de Colombia. Llegué buscando aire fresco para evitar las continuas gripas de mi pequeño hijo. El pueblo nos acogió con sus dinámicas artísticas, culturales y deportivas. Nuestros días transcurrían en medio de viajes en bicicleta de un extremo al otro, para lograr asistir a todas las actividades; estos viajes casi diarios, llenos de recuerdos e historias, han logrado generar un cariño inmenso por este lugar que se convirtió en nuestro hogar. 

Hoy, recorriendo Chía, me doy cuenta de las múltiples transformaciones que ha sufrido la ciudad, tanto en su infraestructura como en sus habitantes. El manejo del suelo en un municipio como este, donde la densidad poblacional va en aumento por la cercanía con Bogotá y la falta de suelo apto para construir de esta última, hace que los espacios comunes de esparcimiento de la población cada vez sean menos, el tráfico sea problemático y la infraestructura del pueblo no sea suficiente. 

En una primera instancia mi interés se concentró en analizar cómo esos cambios de infraestructura y disposición de los espacios y territorios han influido en las dinámicas de la población de Chía. Sin embargo, dicho interés se fue convirtiendo en algo más que un problema de análisis en la medida en que empecé a fijarme en cómo estos cambios del espacio urbano y rural repercuten de maneras variadas y complejas en las dinámicas de la comunidad de la que hago parte y, sobre todo, en nuestra relación con el espacio que habitamos. 

Este paso de “analizar” los efectos de la transformación del espacio en una “población” a intentar “pensar colectivamente” nuestra relación con ese mismo espacio como “comunidad”, me llevó a proponer un escenario de reflexión colectiva orientado a pensar el modo como percibimos las transformaciones de nuestro espacio social y de nosotros mismos como comunidad. Mi propuesta fue concentrar este objetivo en una serie de ejercicios de ficciones de futuros imaginados que nos permitieran pensar en el pasado, ver el presente y proponer visiones futuras.  

Palabras clave: Comunidad, diseño sistémico, futuro, Creación.  

Contexto

Durante el proceso de investigación, encuentro que el plan de ordenamiento territorial del municipio propuesto en el año 2016 fue suspendido en el año 2019. Esta decisión responde a una demanda interpuesta por un grupo de ciudadanos que veía con preocupación cómo el plan de ordenamiento territorial de 2016 había aprobado una serie de decisiones sin socializarlas oportunamente con la comunidad (Rincón, 2020). Es decir, el reclamo principal radicaba en que se trataba de un plan de desarrollo que no había sido concertado con la comunidad.  

En otras palabras, el trabajo desarrollado por las autoridades administrativas se da de arriba a abajo, atendiendo a un principio de jerarquía (Roth, 2018), lo que, entre otras razones, se explica por el carácter eminentemente consultivo de estos instrumentos, así como por la presencia de intereses subrepticios frente al ordenamiento territorial. (Castañeda Suárez, 2020)   

Intentando corregir este error, desde la actual alcaldía de Chía, en un ejercicio de recolección de información para la construcción del nuevo POT, se le preguntó a la comunidad a través de la red social Facebook ¿Cómo imaginaban a Chía en el 2035? 

Se obtuvieron 188 respuestas, la gran mayoría centradas en buscar soluciones a problemas como la movilidad, infraestructura o la pérdida del espacio público. Al analizar esas proyecciones imaginadas de la ciudad se evidencia que las visiones urbanas de futuro que producimos como comunidad en espacios como ese, están enmarcadas en ciertos lugares comunes. 

Algunas de las repuestas fueron:  

Xime ColmenaRes por lo que veo con mucha delincuencia con las calles destruidas, y siendo un basurero… además que hay huecos enormes y los carros por no meterse en ellos terminan por echarnos los carros encima y no les importa 

Pao Rojan frenar tantas construcciones que están acabando con su patrimonio histórico y para el 2035 la veo con mejores vías peatonales, con más ciclo rutas. 

Adicionalmente, si bien el ejercicio de la alcaldía permite especular sobre el futuro, este se formula bajo unos términos restrictivos, pues se pregunta por un futuro colectivo, pero a través de un proceso de reflexión individual. Es decir, dichas proyecciones “colectivas” se basan en la sumatoria de opiniones individuales, y no en la posibilidad de un pensamiento colectivo comunitario. Dicho mecanismo no permite construir un escenario deliberativo, ni plantea proyecciones de futuro por fuera de los lenguajes que la institucionalidad ya maneja de antemano. 

Sobre esto, Laura Quintana enfatiza: “En particular, el conflicto se neutraliza porque se cierra el espacio para que puedan aparecer interpretaciones realmente otras de la realidad, es decir, otras realidades sociales, que contrarresten las visiones dominantes y sus efectos desigualitarios” (Quintana, 2019).  

Por esto, las políticas propuestas desde las entidades gubernamentales no tienen mayor eco en la comunidad, que se desilusiona constantemente de sus gobernantes e iniciativas, pues no se piensa en una construcción conjunta a futuro. (Castañeda, 2020) La principal causa de la falta de interés de la comunidad en los espacios propiciados por las entidades de gobierno es porque consideran que su tiempo, conocimiento y experiencia no se valoran. 

Es por ello que el objetivo general de mi investigación fue diseñar espacios y experiencias que propicien la especulación de futuros comunitarios por medio de la creación colectiva.  

Junto a 10 mujeres habitantes de Chía, realizamos un laboratorio centrado en intervenir las fotografías del archivo de la biblioteca municipal a través del tejido. El tejer o coser en grupo genera nuevos lazos y espacios relacionales. Como lo señala Tania Pérez Bustos en su libro “Gestos textiles” (Pérez,2021), el tejido invita a escuchar de manera atenta y a pensar en lo que se teje. Por otro lado, experimentar con la imagen nos permitió desligarla de su noción de postal de la memoria, para empezar a pensar con ellas, y no simplemente sobre ellas (sobre sus contenidos). De ese modo, las imágenes permitían detonar conversaciones que se desligan de los escenarios comunes de futuro. Mi finalidad es generar nuevas conversaciones que nos ayuden a potenciar el buen vivir en comunidad. 

Se trata de un ejercicio orientado a dar voz a la comunidad para producir proyecciones colectivas en las que el “futuro” no esté codificado de antemano por las lógicas institucionales y neoliberales del presente. 

Las participantes del taller fueron mujeres entre los 35 y los 801 años, todas ellas se integraron al espacio de forma orgánica, pues contaban con el tiempo, la disposición y las ganas de reflexionar sobre el habitar en comunidad. 

En un inicio, aunque para algunas de ellas el ejercicio de tejer fotos no mostraba un sentido y una finalidad inmediata, estuvieron abiertas a experimentar. Con el tiempo, fueron ellas mismas las que empezaron a proponer nuevas formas de intervención de las fotografías, tiempos de encuentros y discusiones. Hoy en día, hemos tejido 75 fotos, cada una ligada a un relato particular, cargado de recuerdos y anhelos que reflejan el pasado, el presente y nos permite sentar una base para planear nuestro futuro como comunidad.  

El diseño ha buscado el bienestar a partir de la reflexión e ideación de artefactos que permiten mejorar, la relación de la humanidad con el mundo, mi propuesta parte de la visión del co-diseño, diseño especulativo, y el diseño sistémico para observar cómo este propicia escenarios y experiencias que nos ayudan a configurar nuevas formas de entender el mundo, cómo nos relacionamos en él y con él. En este caso fue importante pensar cómo las metodologías del diseño y de la creación colectiva nos permiten entablar nuevas formas de relacionarnos y habitar. 

Desde la perspectiva sistémica del diseño, se destaca la importancia de comprender la relación entre la comunidad y su entorno, así como cómo esta relación afecta y es afectada por el diseño. El objetivo es propiciar un cambio deseado a través de la experimentación y la creación. 

En el modelo planteado por de la Rosa y Ruecker (2020) “Uso de prototipos para producir mapas sistémicos futuros de alta resolución”, se aborda la visión del diseño sistémico para deliberar sobre los posibles futuros, a través del mapeo de valores y posterior construcción de prototipos como ejercicio reflexivo y deliberativo que permite especular sobre el futuro.

En este modelo, la comunidad se entiende en su diversidad, propiciando espacios deliberativos donde el conocimiento de cada uno de los participantes potencia las proyecciones de futuros, permitiendo identificar las tensiones que se pueden producir en el habitar y su acelerado crecimiento. 

Si bien dicho modelo plantea como eje metodológico un mapeo de valores, en esta investigación propuse la creación e intervención de imágenes como metodología central para generar las proyecciones de futuro e identificar con ellas los deseos de la comunidad. La razón principal para proponer la intervención de imágenes como eje de reflexión fue intentar superar el simple nivel discursivo que se promueve en otros espacios como los mencionados anteriormente. El discurso alrededor del futuro tiende a repetir imaginarios codificados alrededor de aspectos que la comunidad ha aprendido a identificar como problemáticos. Por tratarse de un medio extraño para la mayoría, la intervención de imágenes permitió generar ficciones de futuro que revelan una comprensión de la comunidad en el presente, y un modo de nombrarse y narrarse a sí mismos mediante la figuración de un futuro compartido.  

En una conferencia en la Escuela Superior de Arte y Diseño de Valencia en 2016, Ezio Manzini señala – “existe la necesidad de construir colectivos para diseñar con la comunidad y para la comunidad, generar las condiciones, crear un entorno más favorable, descubrir la importancia del lugar y nuestra agencia en el habitar”.- Esto nos permite ver la potencia del co-diseño para la construcción de espacios relacionales, comunitarios, reflexivos, donde se puedan imaginar otros futuros posibles. En este contexto, la sociedad se convierte en “un laboratorio de nuevas formas de ser y de hacer” (Manzini, 2015). 

Es por ello que los espacios relacionales comunitarios son importantes. En primer lugar, estos espacios permiten fortalecer los lazos comunitarios y fomentar la solidaridad, la cooperación y el cuidado mutuo. En segundo lugar, promueven la participación de los miembros de la comunidad en la toma de decisiones y en la construcción colectiva de proyectos y procesos. 

Y, en tercer lugar, permiten que las voces de todas sean escuchadas y tomadas en cuenta, fomentando la inclusión y la equidad. Estos espacios fomentan la participación de los miembros de la comunidad en la construcción colectiva de su propio destino (Escobar, 2016). Las relaciones comunitarias pueden ser la base para la construcción colectiva de proyectos de vida alternativos. 

La experiencia relacional se produce al momento de seleccionar la imagen, en la intervención, en los tiempos que se toman en los afectos y conversaciones que se entretejen en el hacer. En medio de la práctica nos repensamos, nos damos una pausa, un momento para reconfigurar la forma de entender nuestro habitar en el municipio. Es en medio de esas pausas y fisuras que nos permitimos imaginar, y especular sobre los futuros, pues el ejercicio relacional nos lleva a conversaciones incómodas que se dan gracias a la diversidad del grupo, permitiendo potenciar la experiencia y la reflexión colectiva.  

Una parte esencial del proceso fue el montaje de las imágenes para exhibirlas a un público general. Este ejercicio implicó una serie de diálogos y decisiones colectivas. Fue muy importante que mi papel no implicara la centralización de las decisiones, ni determinar la posición de las imágenes para presentar nuestras visiones y anhelos.   

Diez de nosotras deliberamos como y donde deberían ir cada una de las fotografías intervenidas.  

Entre todas propiciamos un escenario en el que el cuidado y el compartir nuestras visiones de vida, de mundo y anhelos nos llevan a configurar una relación estrecha, donde las fotos toman posición, para revelar una relación inconsciente con el espacio. 

En referencia a la interpretación expuesta, el historiador frances Nicolas Bourriaud menciona que “Es el horizonte a partir del cual la imagen puede tener un sentido, mostrando un mundo deseado, que el espectador puede entonces discutir, y a partir del cual su propio deseo puede surgir”. (Bourriaud, 2006) 

¿De qué manera el ejercicio de tejer fotografías y generar conversaciones alrededor de ellas permitió la emergencia de relatos y ficciones de futuros comunitarios?  

Las fotos son detonantes de ficciones y conversaciones, de memoria y olvido pues al tejerlas y observarlas se propician otras formas de ver y entender nuestro habitar. 

No se trató de relatos de futuro entendidos como proyecciones de un porvenir idealizado, como ocurría en los ejercicios institucionales mencionados al inicio. 

El futuro no se muestra como un tiempo distinto del presente y de la relectura del pasado. No aparecen como momentos lineales claramente diferenciables entre sí.  

No se trató de proyectos ejecutables, sino de ficciones, incluso utópicas, de las proyecciones de futuro. 

Se trató de un futuro que emerge entre los relatos comunitarios, y no en proyecciones individuales. 

¿Qué hay de común entre esas ficciones de futuro?  

  • Encontramos que nuestra relación con el municipio va más allá del habitar pasivo, pues cada intervención sobre las fotografías y posición en el montaje nos lleva a reflexionar sobre nuestra agencia en él.  
  • La preocupación por la otra emerge en el hacer, se diluye la visión individual para darle paso a la escucha y entendimiento de la otra. Estas relaciones nos permiten entendernos en el presente, conocer nuestro pasado y pensarnos fuera de la individualidad para proyectar posibles futuros.  
  • Se pueden seguir haciendo más imágenes y se pueden pensar siempre distintos modos de montaje, cada uno de los cuales implicará otros modos de ficcionar el futuro.  
  • Como conclusión, considero que la potencia de esta investigación radica en encontrarnos, sentirnos, escucharnos y entendernos bajo otros tiempos y dinámicas, que nos permiten llegar a conversaciones, visiones y costuras reflexivas donde el futuro se construye desde el reconocernos en el presente. 

Imágenes del taller en la biblioteca Hoqabiga de Chía Cundinamarca  

Referencias

Alcaldía municipal de Chía. (Mayo de 2021). ¡Participación Segura y Activa!, rumbo hacia una transformación del Territorio. https://www.chia cundinamarca.gov.co/index.php/4762-participacion-segura-y-activa-rumbo-hacia-una-transformación-del-territorio 

Alcaldía municipal de Chía. (Julio de 2021). Resultados de la estrategia de participación ciudadana en la etapa de diagnóstico. Chía, Cundinamarca, Colombia. 

Bourriaud, N. (2006). Estética relacional. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora S.A. 

Castañeda Suárez, J. S. (2020). Límites y desafíos de la participación ciudadana en la revisión de los planes de ordenamiento territorial: Una mirada al caso de Chía, Cundinamarca. PP&D Política Pública y democracia , 23. 

Catalunya, F. p. (0626 de 2022). Design Toolkit. http://design-toolkit.uoc.edu/es/diseno-especulativo/ 

Chía, A. m. (Abril de 2021). Alcaldía de Chía. https://www.facebook.com/search/top?q=alcald%C3%ADa%20de%20ch%C3%ADa 

De la Rosa, J. A., & Ruecker, S. (2020). Uso de prototipos para producir mapas futuros sistémicos de alta resolución. Bitácora, 30, Universidad Nacional de Colombia, 87-100. 

Didi-Huberman, G. (2010). ATLAS. ¿Cómo llevar el mundo acuestas? TF Editores/Museo Reina Sofía. 

Escobar, A. (2017). Diseño para las transiciones. Etnografías contemporáneas , 32-63. 

Manzini, E. (2015). Cuando todos diseñan: Una introducción al diseño para la innovación social. España: Experimenta. 

Osorio Ardila, G. A., Rincón, L. M., & Muñoz Reyes, J. (6 de febrero de 2020). Carta abierta al alcalde de Chía. El periódico de Chía: https://elperiodicodechia.com/chia/carta-abierta-al-alcalde-de-chia/ 

Pérez, T. (2021). Gestos textiles. Un acercamiento a las etnografías, los cuerpos y los tiempos. Universidad Nacional de Colombia. 

Quintana, L. (2018). Más allá de algunos lugares comunes: repensar la potencia política del pensamiento de Jacques Ranciére. Revista de Filosofía Moral y Política , 447-468. 

Rincón, L. M. (11 de marzo de 2020). ¡Un nuevo POT para Chía! ¿Cómo lo hacemos? El periódico de Chía, pág. 1. 

Diana María Mahecha Vesga

Candidata a magíster de diseño de la Universidad Nacional de Colombia, Diseñadora gráfica, y fotógrafa. Actualmente investigando sobre las potencias del Diseño y la creación para construir relaciones comunitarias que permiten dar voz a la comunidad para producir proyecciones colectivas de futuros que no estén codificados de antemano por las lógicas institucionales y neoliberales del presente. Instructora del Servicio Nacional de Aprendizaje SENA. 

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