Yo ya había roto un espejo

Diana Paola Ortega Domínguez

Han pasado algunos años desde que tengo una pésima relación con los espejos, desde que sentí que me mentían, o que tal vez estaba cayendo en la locura, sin embargo, los espejos son en realidad objetos que nos mantienen en la realidad, el verlos como enemigos, no soluciona el problema, que es el deseo de ser estereotípicamente diferentes a lo que somos. El espejo es el otro original, nosotros somos aquello que deseamos ser. 

Palabras clave: Espejo, identidad, política, ícono, apariencia  

   “Yo que sentí el horror de los espejos 

no sólo ante el cristal impenetrable 

donde acaba y empieza, inhabitable, 

un imposible espacio de reflejos…” 

Borges, Los espejos¹

En la adolescencia mantenía una buena relación con los espejos. Nunca imaginé que fueran el enemigo, me gustaba lo que veía y cómo me hacía sentir. Había un espejo en específico que siempre fue mi compañero en ese aspecto: el espejo de mi baño. 

Ahí me miraba sin maquillaje, con el cabello húmedo, cada vez que lo teñía. Tenía la mejor iluminación, por ser un cuarto pequeño, la luz llegaba de todos lados y terminaba en una sonrisa de complacencia. 

Mientras crecía, el daño a mis raíces iba aflorando en mi cerebro, comencé a enfermar y lo que veía en el espejo me dolía. 

Lo que pasaba en mi cuarto lo rectificaba frente a mi compañero; cada vez que lloraba corría al espejo y aún me devolvía un cumplido de vez en cuando, incluso yo deformada por la tristeza. Desafortunadamente las cosas no mejoraron, cada que regresaba a visitarlo me sentía un poco más traicionada.

Un día no pude soportarlo más, me hacía sentir peor, me gritaba a la cara que era horrible, que sin importar lo que hiciera, me veía horrible. Yo de verdad intenté darle muchas oportunidades, pero aquel día no pude perdonarle una vez más. Con un par de golpes desenfrenados, una violencia muy triste y desesperanzadora, lo maté. 

Los cachos caían por todo el baño, en el lavamanos, la taza, el piso, y algunos huyeron al cuarto.

Pensé que ahí acabaría su burla, pero en realidad era solo el comienzo. 

Aquel espejo ya no existe más, se fue a la basura. Y contrario a lo que pensé, romperlo no deshizo su traición. Como si se tratase de una especie de venganza, de cuento de terror o de un mito de sufrimiento eterno, cada espejo que tengo enfrente me recuerda el desacuerdo que tuve con mi espejo. 

Hace casi cuatro años de esto y sigo siendo perseguida por la maldición. Acepto sus insultos y soy esclava de ellos, pues por el momento no puedo contradecirlos. Sé que el espejo es una prótesis que amplía la visión, que te hace ver lo que no podrías si no lo tuvieras, que no te presenta ninguna mentira, no es como si por el espejo de la sala se apareciera mi hermano por la puerta y al momento de voltear, no haya nadie, creo que esto solo pasa en las películas de suspenso, por esta razón si negara la veracidad del espejo, ¿no estaría negando también nuestro pasado juntos? 

La relación que tenemos con los espejos es particular, algunas personas parecemos no entender que en el espejo hay un reflejo, y no un otro. La persona que veo frente al espejo no se parece a la visión de mí, a mis recuerdos, a lo que coagula en mi mente cuando pienso en la vestimenta que me pondré, me visualizo de una forma, pero cuando estoy frente al espejo es otra. No me gusta. 

Este fenómeno me parece de lo más horroroso, me hace sentir un poco loca. No sé qué pensar, si no quiero aceptar la realidad, o si la realidad ni siquiera es como me pienso. Porque aceptar la realidad (lo que veo en el espejo), implicaría pensarme diferente a la imagen distorsionada de mí que por alguna razón me he creado y que, por obvias razones, no coincide con lo que veo en el espejo. Y estoy sintiendo que la razón en realidad es más fácil de lo que parece, y me siento muy aliviada de que el peso de esta situación, (culpa), en realidad no recae en mí, sino que pertenecen a los distorsionados estándares de belleza de mi país que desafortunadamente, son excesivamente eurocentristas, o de lo que Bolívar Echeverría (1941 – 2010), habla cuando dice que producir y consumir imágenes genera una visión prototípica en la sociedad del debo ser y me debo ver. 2 Por lo cual ciframos nuestra identidad mediante las representaciones en los medios y de lo que hemos estado rodeados icónicamente en nuestras vidas.  

Entonces, en el espejo sí hay un otro, es una persona que vive en mi mundo, que ha vivido mi vida, tiene mi ADN, casi 26 años, pertenece a este país, y vive en mi casa. En cambio, yo soy una persona con estándares diferentes a los de mi realidad, vivo en lo que la sociedad quiere de una mujer joven, imagino que siempre he tenido el cuerpo de una adolescente y la cara tierna de cuando estaba en la secundaria. Yo soy el deseo retomado de ideas que se han encargado de sepultarnos en prototipos que no pertenecen a nuestra cultura, en imágenes casi imposibles de reproducir, soy únicamente deseos, en cambio el espejo es mi yo consumado.  

En el camino hacia la aceptación de la realidad que me ofrece el espejo, lloro, porque pensé que era un objeto malo, pensé que había sido traicionada, pero en realidad estoy en esta situación por un deseo y peticiones ajenas más poderosas de lo que creemos. 

Mi espejo no me mintió, me mostró mi verdadera identidad y se entristeció por no ser reconocido en distintas ocasiones. Hubo un día en que, cansado de suplicar aceptación, se desmoronó.  

Fuentes consultadas

De los espejos y otros ensayos, Umberto Eco. (2015, diciembre 26). https://pdfslide.tips/documents/de-los-espejos-y-otros-ensayos-umberto-eco.html?page=1 

“Los espejos”, un poema de Jorge Luis Borges. (2022, septiembre 12).  

Audiolibrosencastellano.com; Audiolibros en castellano.       https://audiolibrosencastellano.com/jorge-luis-borges/espejos 

visionesdelapalabra. (8 de Noviembre de 2011). 1.- Visiones de la palabra: Bolívar Echeverría. [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=kCqB4GxUAsE  

Diana Paola Ortega Domínguez

Soy Artista Visual mexicana nacida en la Ciudad de México en 1998, criada en una colonia con casas que forman un laberinto y empapada de cultura popular de barrio en Iztapalapa. Estudio actualmente la carrera de Artes Visuales en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.  

Estudiar arte ha sido una de las decisiones más difíciles e importantes que he tomado en mi vida, pues ha formado parte de mi felicidad como de mi desdicha; siendo artista o siendo simplemente yo, me he desenvuelto como una persona altamente sensible, lo cual en muchas ocasiones ha fracturado mi vida personal, académica y demás. Sin embargo, no me arrepiento de ser así, o de estudiar artes, porque a final de cuentas es parte de mi vida y esta vida es única e irrepetible. 

A continuación, mencionaré algunos de mis quehaceres artísticos desde que entré a la Facultad: En el año 2016, junto a varios compañeros de primer año, llevamos a cabo la mega ofrenda de Santo Domingo a cargo de la Facultad en honor al reconocido pintor Rufino Tamayo. En 2018 intervino en la explanada de la biblioteca de la Facultad de Artes y Diseño en solidaridad con los compañeros estudiantes violentos en plena Ciudad Universitaria, además del movimiento del 68 y recientes enfrentamientos estudiantiles. Dicha intervención, constó de alrededor de 40 comunicados falsos de fallecimientos de alumnos que colaboraron o prestaron su nombre para dicha exposición.  

Fui parte del proceso de creación de la escultura colectiva Beginning, middle and end de David Shrigley en el año 2019, expuesta en el museo Carrillo Gil.  

Mi última participación colectiva se llevó a cabo en 2022 con la exposición Ulama: entre la vida y la muerte donde fueron exhibidas 2 fotografías que mostraban a jugadores contemporáneos del juego prehispánico.  

Tengo preparación de 2 años como asistente en las materias de Laboratorio de Fotografía Analógica en Blanco y Negro y Color. 

Actualmente me encuentro terminando la Licenciatura.  

¿Te gustó? ¡Compártelo!

Facebook
Twitter
WhatsApp